miércoles, 15 de agosto de 2007

Asi es la vida, una gran broma, una gran contradicción. Al fin y al cabo ¿quién puede afirmar que dentro de sí no habitan la Puta y la Cenicienta?

sábado, 4 de agosto de 2007

Requiem.


Cuando me enteré de la noticia quede perpleja… me voló los sesos el hecho de que todo esto fuese tan repentino, casi instantáneo: el diagnóstico de la enfermedad un día, y al otro, el desenlace de toda la historia, de varias décadas de vivencias, equivocaciones y aprendizaje… Es inevitable el pensar que, como reza la frase cliché “todos vamos pa’ allá”, y nos trasladamos mentalmente al día en que nuestra gente se vaya… padres, abuelos, hijos, esposos, etc… Un escalofrío me recorre el pescuezo, pero dentro de mi pequeñez imagino que el hecho de prever y no cegarme ante dichos eventos me dará algo de control sobre la situación, para cuando tan fatales días caigan sobre mí… ¡Que equivocada estoy! ¡Que equivocados estamos todos! He crecido, evolucionado e involucionado pensando que soy un individuo, y… ¡error nuevamente! Me doy cuenta en momentos como este de que no somos simplemente individuos, de que nuestra vida y nuestras circunstancias están formadas de pequeños pedazos de todos aquellos que nos rodean. Somos un todo, una intrincada red tejida de lazos, lazos hacia todos aquellos que han dejado alguna huella, grande o pequeña, en nuestra alma… Cierto es que el lazo no se romperá por la falta física del ser querido, pero se resiente, duele; la sensación de que una pequeña parte nuestra también se va es inevitable. Nada más cierto.
Nunca he sabido que decir en estas situaciones, y se me vuelve más difícil cuando esto le sucede a un ser querido para mi, a alguien con quien comparto un lazo. Creo que cualquier cosa que se trate de decir suena vana, sin importancia, vacía… y quizás también lo son estas palabras que trato de plasmar aquí, pero ¡que mierda! Pepa, quise dedicarte estas palabras para tratar de purgar mi cobardía al no llamarte, para tratar de decirte cuanto lo siento sin necesidad de buscar el tono de voz adecuado, para decirte que la partida de tu padre en cierta forma nos afecta todos, y que aunque nuestros seres queridos están irremediablemente predestinados a irse, quiero decirte, Pepita, que siempre, siempre valdrá la pena haberlos conocido.