lunes, 30 de marzo de 2015

La vida es sueño... Húmedo.

Y así, entre paisajes oníricos, aparentemente sin sentido ni lógica, pero con fundamentos escondidos en las entrañas de quien sueña, te puse un rostro y un cuerpo. De forma aleatoria e involuntaria, pero rostro y cuerpo al fin. Nunca ví tu rostro y cuerpo reales, tan sólo imágenes que representan tu interior, quizás, o simplemente imágenes al azar? No lo sé: Un libro abierto de par en par, cubriendo una cabeza estallando en sangre, rostros dibujados en grafito por quién sabe quién, alguna escena de una película de culto, etc. Pero tu rostro, íntegro y nítido, jamás.
Y situé a ese rostro, con su respectivo cuerpo, en un escenario que no pudo estar mejor escogido por mi inconsciente: una sala de cine. De esas antiguas, gigantescas e imponentes, con asientos de cuero, olor añejo, posa brazos con ceniceros hechos de bronce, grandes cortinajes de terciopelo, o quizás algún simil un poco menos costoso, raído en algunas partes pero que, amparado en la magia de la oscuridad del cine, conserva intacta su majestuosidad y elegancia.  La película? No la recuerdo bien. Seguramente, por el recuerdo borroso de la fotografía, era alguna sofisticada película de cine arte en blanco y negro, algo de Bergman, seguramente, o de Goddard. Da lo mismo. El caso es que su brillo blanquecino- plata iluminaba de forma sugerente y sutil aquel rostro inventado por mi yo onírico.
No recuerdo cómo fue que llegué a esa sala de cine ni por qué. Sólo sé que caminé con parsimonia por el pasillo central, y como guiada por una fuerza gravitacional lujuriosa, me metí por una fila de asientos y me senté a tu lado. Te miré, me miraste, abriste tu boca mostrando una tremenda sonrisa poblada de hermosos dientes blancos, y sin decir niuna palabra me tomaste de la mano y me acercaste hacia ti. De pronto, como por arte de esa magia que sólo sucede en sueños, nos encontramos solos en la sala, iluminados aún por el reflejo blanquecino-plata, yo sobre ti y tu y yo deshaciéndonos de la ropa en aquellas partes que necesitábamos rozar y besar de manera desenfrenada. Hundiste tu cara en mi pecho, casi como si quisieras comerte mi carne (“como perro al bofe”, diría mi abuelo…), mientras yo te montaba desenfrenadamente, al ritmo del ruido de fondo, que pasó de diálogos a una música hipnotizante y candente, como orquestación perfecta para ese momento de lujuria sin sentido y sin lógica, pero atiborrado de sensaciones magnificadas, algo así como un regalo otorgado por el rey de los sueños para mí.
Hay algo mejor y más intenso que el sexo en sueños??
Luego, todo comenzó a diluirse, y la sala lentamente se transformó en otra cosa, en otro escenario, con otras personas y otras sensaciones que a decir verdad, olvidé inmediatamente al despertar.
De todas las mierdas que soñé esa noche sólo recuerdo de manera vívida aquel encuentro desenfrenado y sin motivo. Y sin querer, cuando te veo conectado de tanto en tanto, me sonrojo y rememoro las imágenes. Y recuerdo ese rostro, aquel magnetismo y esa destreza sexual sin límites que mi inconsciente te otorgó, y secretamente deseo jamás concerte, oir tu voz ni ver tu rostro, y poder conservar para siempre así aquel momento sin tiempo, ese encuentro sin motivo ni lógica alguna, sin más razón alguna que la calentura súbita por aquél desconocido sin rostro del chat.


jueves, 19 de marzo de 2015

Sabaneo libre, AHORA!!!

Desde tiempos inmemoriales las grandes instituciones que han ejercido poder sobre la gente se han encargado de privar a las personas de aquello que le es natural o simplemente placentero. La religión nos enseñó que el placer sexual  es malo, que disfrutarlo en plenitud es condenatorio y que ejercer la libertad sexual es un pasaje directo al infierno, y en Tur Bus. Se nos metió en el subconsciente la idea de que la poligamia es mala, mala, mala, y que la monogamia era la cumbia, lo correcto, lo limpiecito y bueno, aún en contra de lo que centurias de evolución humana demuestran… en fin. Se nos prohíbe fumar marihuana y cada vez se nos restringe más el derecho a fumar cigarro, el derecho a poder curarse raja en donde se nos pare la ídem, a drogarnos, a agarrarnos a combos en lo’sico, a vestirnos como payaso para ir a trabajar, a correr a poto pelao por la plaza, etc, etc, etc…
Es entonces y a propósito de esto, al ver cómo nos encontramos inmersos dentro de un sistema social lleno de órdenes, restricciones y “recomendaciones” para el diario actuar, cuando me pregunto: acaso no es suficiente todo esto para que además tengamos que restringir nuestros instintos y placeres más básicos, lindando en la categoría de derechos humanos, tales como sacarse los mocos, rascarse la raja o tirarse un peo o un flato libremente???  Acaso no son acciones naturales a cada uno de nosotros?? No es cierto acaso que TODOS nos sacamos los mocos, nos rascamos los cachetes y liberamos flatulencias, y no sólo eso, sino que además LO DISFRUTAMOS??
Algunos dirán que es por el olor, otros dirán que es porque “es feo”, otros simplemente dirán que la gente decente no lo hace en público. Pero a todos les digo lo siguiente: no les parece inútil el hecho de haberse aguantado peos, sacarse disimuladamente ese moco que colgaba y molestaba en la orilla de la nariz con técnicas weonas como agacharse a ver qué se cayó de la mesa, sólo para conquistar a un@ lol@ al cual pretendía, para que al cabo de algún tiempo, y habiendo alcanzado cierto grado de confianza, hasta se reconocieran el sonido de los peos de cada uno y se sacaran los mocos mutuamente?
Solo digo que cortemos el weveo con el comportamiento educado-hipócrita. Sólo digo que si queremos conquistar a alguien, lo hagamos mostrándonos tal cual somos, no mostrando solo el lado bonito- acicalado. Sólo digo que esas convenciones se van a la mierda cuando hay compañerismo, amor y confianza absoluta. Sólo digo que si le pica un cachete, rásqueselo sin pudor; si tiene un moco malabarista colgando desde su fosa nasal, arránquelo con actitud, hágalo bolita y bótelo al piso, y haga lo mismo con la hipocresía y los prejuicios weones.


martes, 17 de marzo de 2015

Tool – 46 & 2

La Serena. Día nublado. Uno de aquellos días en que la naturaleza completa se conjuga para formar un ambiente extraño, algo así como una tensa calma antes de la tempestad, electricidad circulando a través del viento y pegándose en la piel…
Es muy fácil dejarse llevar por la falta de luminosidad de estos días, y caer bajo el influjo de bandas tales como Radiohead o Sigur Ros, pero la animosidad que me gobierna hoy por hoy me lleva necesariamente a pensar en Maynard James Keenan. Cualquiera de sus proyectos, por muy distintos que suenen en apariencia, llevan impresa a fuego su impronta. Poderosos y profundos riffs, baterías con una estructura muy particular, una garganta que profiere letras de contenido esencial, profundo y marginal a la vez, que hablan de lo humano, lo celestial y a la vez de lo profano.
Mientras desenredo mis fonos para disponerme escuchar algo que acompañe a la perfección la vuelta a casa de esta tarde, se me vienen a la mente los primeros acordes de un tema que el día de hoy me parece perfecto. Fourty six and two es el elegido. Los primeros compases marcan los primeros pasos del doble viaje: a mi casa, de vuelta de la pega, en la parte física, y el viaje espiritual, que comienza a introducirse por mis oídos. Los susurros, casi reflexiones en voz alta del Sr. Keenan, relatan a modo de bitácora el viaje interno que realiza en la búsqueda de su propia evolución, del nivel más alto de consciencia, para lo cual es absolutamente necesario enfrentarnos a nuestro lado oculto o sombra, según postulara Jung, asumir aquellas cosas que nos asustan o incomodan para poder lograr una unidad entre la parte de nuestra personalidad que está asumida y que queremos mostrar y la mencionada sombra.
Keenan emprende su viaje interno. La batería aumentan su potencia, la guitarra aumenta su intensidad manifestándose a través de riffs cada vez más profundos y el bajo alcanza una profundidad y oscuridad que remueven el alma, que remece aunque no lo queramos cada una de las células y que, en complicidad con el resto de la banda, nos lleva necesariamente a sentir que debemos abrir los ojos, cuestionar lo que se nos presenta como verdadero y emprender el viaje hacia la verdadera realidad. No es necesario analizar la letra: creo que incluso para quién no entienda ni una puta palabra de inglés el significado de este tema será revelado: su estructura musical, su energía progresiva, la voz, un amalgama de ruegos y sollozos declamantes hablan por si solos, trascendiendo idiomas, ideologías o preferencias musicales.
He llegado a mi casa, descubro con decepción que el tema terminó a mitad de camino y que ignoré el resto de las canciones que vinieron después de esa. Así de inserta me encontraba en la búsqueda de la asunción al nivel más alto de conciencia, y que con decepción descubrí que terminó conmigo engullendo un par de panes frente al televisor, con el control remoto en mano. Yo llegué hasta ahí, por esta vez.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Día de furia.


Hoy es uno de aquellos días de mierda. De esos en que no comprendo al mundo, ni a la gente, ni a nada que tenga que ver con la lógica reinante hoy en día. Las instituciones no me representan ni a ninguna de las personas reales que conozco. Las religiones no me redimen, ni cumplen su objetivo de entregar paz y amor incondicional, al contrario, sólo he visto que sirven para dividir y sembrar discordia entre aquellos que las siguen de manera ciega e incondicional y los que como yo, decidimos mantener una cierta autonomía de pensamiento y una cuota razonable de cuestionamiento o duda.
ImagenHay días en que quiero salvar el mundo, hacer algo, aportar con mi pequeña cuota para cambiarlo, reciclar, usar hueás biodegradables, etc… Pero hoy quiero destruirlo. Como diría Tyler Durden  “siento ganas de meterle una bala entre los ojos a cualquier panda que se niegue a follar para salvar su especie; quiero abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y cubrir de crudo todas esas magnificas playas que yo jamás conoceré. Quiero respirar humo”. Quemar los museos, limpiarme el culo con la Mona Lisa, para que al menos Dios se aprenda mi nombre.
Estoy lista para usar el chaleco explosivo y las polainas de dinamita para escabullirme al interior de los cuarteles centrales de DICOM, abrazada de Piñera y así eliminar dos pájaros de un tiro. Solo me falta sintonizar alguna melodía que acreciente mi sensación de sociopatía, de rabia contra el sistema y mis ganas de hacerlo explotar todo. ¿Qué elegir? ¡Hay tantas opciones! Algunas tan obvias  Symphony of Destruction de Megadeth o Guerrilla Radio de los tremendos Rage Against the Machine, o quizás acordes más desenfrenados como los que expulsan bandas como Anthraxo cualquiera de sus coetáneos. En fin, una enorme gama de opciones para destruir con estilo, sin embargo, esta vez elegiré algo distinto: una banda injustamente desconocida llamada Skunk Anansie. Se trata de una banda británica que nace en 1994, justo en medio del apogeo del brit-pop, marcando presencia con su música cruda y letras llenas de rabia, lucha, descontento y rebelión, todo esto envuelto en la maravillosa, aguerrida  y desenfrenada voz de Skin.
Si, ya lo he decidido. Skin será quien me tome de la mano y corra a mi lado, gritando a todo pulmón, exorcizando así toda la repulsión que me genera el orden social y sus injusticias asociadas, derribando a los autoproclamados líderes, haciendo estallar corporaciones multinacionales!!!  Todo esto en mi cabeza, claro, sentada frente al computador, vestida de manera adecuada, desplegando una gran sonrisa que aparenta conformidad social.
Dos enlaces:
- Yes it’s fucking political! http://www.youtube.com/watch?v=mcaUer4fuU8
Ah! Y uno de yapa:

The Mars Volta: De- Loused in the Comatorium.

Locura: cualquier comportamiento que rechace o se aleje de las normas sociales establecidas. Apartarse del sendero, de la razón, de lo normal o socialmente correcto, de lo aséptico, seguro, insípido… Trato de realizar un pseudo análisis mental, mientras yazco en mi cama, arropada hasta la nariz, con no sé cuantos grados de fiebre, que por cierto, también ayuda a perder por momentos la razón.
¿Cómo se puede estar tan seguro de que lo que vivimos, de que lo que nos rodea es efectivamente lo real?¿ Existe una realidad objetiva, o hay tantas realidades como personas en el mundo? ¿Es Dios parte de nuestros inquietantes sueños o bien somos nosotros el resultado de su febril mundo onírico? Es inevitable sentir, de vez en cuando, que quizás es en sueños cuando realmente estamos despiertos, y viceversa.
Es probable que en algún milisegundo de su lisérgica y dolorosa existencia Cerpin Taxt haya elucubrado reflexiones similares a esta. Cerpin Taxt, el personaje central del disco de The Mars Volta “De- Loused in the Comatorium”, quien tras un intento de suicido por una sobredosis de morfina queda sumido en un coma profundo de una semana. Durante este trance, Cerpin es visitado por un sinfín de desquiciadas imágenes y revelaciones acerca de la humanidad y de su propia existencia. Cuando por fin salió del coma, fue incapaz de soportar lo que llamamos realidad, y decide acelerar la llegada de su muerte, saltando desde un puente hacia una carretera, desde donde se lanza al vacío, en busca de sentido y por sobre todo, paz.
Aunque quizás algunos lo quisieran así, Cerpin Taxt no es un personaje completamente de ficción: está basado íntegramente en un amigo cercano de Cedric Zavala (vocalista de Mars Volta), el artista Julio Venegas, quien murió en circunstancias aterradoramente similares al protagonista el este disco conceptual.
Si tuviera que escoger un tema de este disco para recomendarles, la verdad es que me vería en serios aprietos, ya que todos forman parte de una esquizofrénica, desenfrenada y visceral obra conceptual. Comenzando con Son et Lumiere, canción que con su atmosfera abre los portales de la percepción, y nos prepara también para ver lo que está vetado para ojos normales, pasando por el desenfreno de Drunkship of Lanterns o por la lúgubre y desgarradora Televators, que narra cómo se desploma y destroza contra el suelo la frágil coraza humana del Sr. Taxt.
Es un disco, y en general The Mars Volta lo es, que se ama o se odia. Sus frenéticas composiciones, letras en muchas ocasiones incomprensibles vomitadas por la voz privilegiada y a veces odiosa de Cedric Zavala, las escalas rompe sesos de Omar López Rodríguez, tambores con tintes tribales… Un Led Zeppelin moderno, esquizofrénico, bizarro, corrupto y visceral, que puede perfectamente hacer que pierdas la razón, aunque sea por un rato.
 Yo por mi parte, aprovecharé mi vulnerabilidad debida al estado febril y me dejaré llevar por esta sinfonía lisérgica, para iniciar mi propio viaje, quizás, en la búsqueda de mis propios fantasmas.