martes, 4 de diciembre de 2007

La cuota solidaria anual (parte II)


“Así no ma' es la cosa pues vecino... bajaron a Mauricio Israel de la Teletón oiga... igual como hicieron la otra vez con esta niña, la Kenita Larraín... ¡Que maldá digo yo! ¿No ve que no le permiten ayudar a esta pobre gente?”
A raíz de este diálogo me pregunto yo: ¿Qué está pasando? ¿Acaso la ayuda anónima y desinteresada no sirve? ¿Acaso sólo los perdedores ayudamos sin esperar dividendos de aquello o reconocimiento alguno?
Finalmente, y luego de una evolución (o involución quizás) progresiva, la Teletón se ha transformado en el estandarte de la "Hoguera de las vanidades"… Cantantes, animadores, modelos, gomeros varios, todos peleándose por ocupar un lugar en la variada parrilla programática del magno evento. Nadie quiere quedar fuera de la foto; es más, mientras más cerca de Don Francisco, mejor. Incluso aquellos que sueñan con pertenecer a la farandulilla tienen la oportunidad de colgarse de la Teletón para darse a conocer, como es el caso de cierta prostituta (muy guapa, por cierto) que dio a conocer a todos los medios que lo que recaudase durante esas "27 horas de amor" ejerciendo su profesión sería donado a la noble causa.
¿Qué es lo que mueve a las personas para querer formar parte de esta campaña? ¿Existe realmente el internacionalmente famoso “espíritu solidario chileno”? ¿Acaso alguien sabe el nombre del niño símbolo? me gustaría pensar que hay un sentimiento de amor por el prójimo tan fuerte que sea capaz de mover a las masas hasta limites impensados… lamentablemente cada año se hace más patente que la “cruzada solidaria” no es más que una gran “cruzada publicitaria”. Hoy por hoy lo principal ha pasado a ser secundario. La supuesta muestra anual chilena de solidaridad se ha transformado en una plataforma para aquellos que quieren alcanzar notoriedad dentro de los medios de comunicación, cada vez más frívolos y despiadados… ¡Qué importa que los programas faranduleros te destruyan, si con eso puede ser que consigas un evento, un programita de poca monta o quizás, si San Mario Kreutzberger te acompaña, un estelar!
Pese a toda esta mierda disfrazada de bondad, aún existen grandes almas, héroes anónimos que luchan día a día para tratar de cambiar el mundo, dejando una huella indeleble, marcando las vidas de quienes son socorridos, tendiendo la mano a desconocidos y desventurados los 365 días del año, sin necesitar de los flashes ni las cámaras de la inmunda caja de ilusión.