viernes, 23 de noviembre de 2007


Alguien muere. Siempre alguien muere, y de forma paralela alguien prosigue con su vida, de mejor, peor o igual forma, pero continúa al fin y al cabo...

Será que quien muere lo hace para preservar el equilibrio de la vida? para asegurar la permanencia de los demás en la tierra? o muere quien ya tiene resuelto el misterio de la vida? quizás simplemente se muere quien tiene mala cueva, o bien por capricho del pulento (a lo mejor diosito es "veleidoso" y se clava con algunos de nuestros congéneres).

Quizás es simplemente una ruleta y le puede tocar a cualquiera en cualquier momento, sin importar sexo, edad ni condición...

Todo muere, personas, mascotas, plantas, incluso relaciones, sentimientos, ideales, apreciaciones, ciclos, vínculos... nada es imperecedero. ¿Qué queda para el resto? ¿qué es lo que nos toca como sobrevivientes? ¿lamentarnos o apreciar la vida tal cual es?... Apreciar la vida tal cual es... sin adornos, sin frisos, sin frases cliché, sin mitos, vivirla tal como viene, en bruto, brutal, salvaje y desgarradora como es, desalmada, despiadada y a la vez grandiosa. Tocar fondo, sentirse desnudo, pequeño e indefenso, y bajo ese prisma recién mirar la realidad a los ojos y ver por fin su esencia y amarla, con un amor enfermizo, obsesivo y pasional, sin aspiraciones, sin arrogancia y sin futuro esplendor, y una vez sumidos dentro de ese torbellino incesante de amor y odio, cuando la verdadera esencia de la vida toque nuestras almas e inunde cada una de nuestras pequeñas venas, dejarla ir. Apuesto a que no habrá muerte más gloriosa que aquella que nos encuentre con el sabor de la vida rebosante en nuestros labios. Así quiero morir.

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